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05-05-2025 10:36 - Vóleibol

A 50 años de la llegada de Sohn, el entrenador coreano que cambió al vóleibol argentino

Fue uno de los jugadores más famosos de Asia y llegó al país para formar a una generación de jugadores que obtuvieron el tercer puesto en el Mundial de 1982 y el bronce olímpico en Seúl.

Autor: DeporTV
Por Leonardo Castillo
05-05-2025 | 10:36
 
 

Había sido uno de los jugadores de vóleibol más famosos de Asia y estaba abocado a la dirección técnica. Hace 50 años llegó a Argentina con el ambicioso objetivo de transformar ese deporte en un país que le resultaba enorme y donde todo estaba por hacer. 

Su nombre era Wan Young Sohn, un surcoreano que formó a la generación que obtuvo el tercer puesto en el Campeonato Mundial de 1982 y sentó las bases para la obtención de la medalla de bronce en los Juegos Olímpicos de Seúl 1988.

El desembarco de la figura que cambió el vóleibol argentino

Sohn arribó al país el 5 de mayo de 1975 a través de un convenio de intercambio deportivo que Argentina había establecido con la República de Corea del Sur. La gestión para concretar esta vinculación fue realizada por Rodolfo Traversi, entonces secretario de Deportes del gobierno de Isabel Perón.

Encontró que el vóleibol estaba organizado sólo en algunas provincias y los criterios de entrenamiento no estaban unificados. Sohn entendió que debía poner toda su vocación y empeño con el propósito de realizar una gran transformación que fuera más allá del juego. El entrenador quería la mentalidad del jugador argentino.

La metodología de trabajo de Wan Young Sohn

Comenzó a trabajar a fondo con jugadores jóvenes para el Mundial Juvenil que se iba a disputar en Río de Janeiro. Buscaba deportistas altos que se ajustaran a una metodología de trabajo tan rigurosa como exigente.

En 1979 se instaló en Neuquén, donde encontró un ambiente ideal y tranquilo para desarrollar sus ideas sobre el juego. Sohn dirigía prácticas maratónicas que podían extenderse por hasta seis horas.

El coreano buscaba la repetición de los gestos técnicos de los jugadores, quería alcanzar el automatismo, la coordinación repentina, la perfección colectiva en una cancha entre saques, remates y voleas.

"Sohn tenía un método. Creaba una situación límite en la que no dabas más, que creías que ese era tu máximo, y ahí empujaba el límite", lo evocó este año en una entrevista con DEPORTV, Daniel Castellani, integrante de la selección que disputó el Mundial de 1982 en Argentina.

 

El coreano debió enfrentar resistencias y ninguneos por parte de clubes y entrenadores que se resistían a sus métodos de trabajo. Pero Shon seguía adelante. Llevó al equipo argentino a jugar con otros países y se midió con elencos de Corea, China, Taiwán, Japón, Estados Unidos, Canadá, México y Europa. Bajo su conducción la Selección disputó casi 200 partidos, una cifra inédita para el vóleibol nacional.

La preparación para el Mundial '82

Argentina hizo una gira por Europa donde se disputaron 48 partidos en 64 días. Las concentraciones eran largas y los alojamientos austeros, otra condición que Sohn les imponía a sus jugadores

En esos juegos preparatorios, se acumulaban derrotas, pero Sohn igualmente se mostraba confiado. “Vamos a llegar bien al Mundial de 1982, ustedes son jóvenes y perdiendo van a aprender”, los alentaba a sus dirigidos en los momentos en los que imperaba la desazón.

El grupo que trabajó con Sohn se coronó campeón sudamericano juvenil en 1980 y un año después logró un meritorio quinto puesto en el Mundial de la categoría.

Y así se llegó a la cita de 1982, en octubre, un Mundial que se celebraría meses después de la derrota de Malvinas y con la dictadura militar en retirada. Waldo Kantor, Hugo Conte, Daniel Castellani, Jon Uriarte, Esteban Martínez, Carlos Getzelevich, Raúl Quiroga, Alcides Cuminetti, Leonardo Wiernes, Daniel Colla, Gabriel Solari, José Puccinelli y Alejandro Diz, fueron los jugadores elegidos por Sohn para llevar a cabo la epopeya.

 
 

Argentina jugó la fase de clasificación en Rosario, en el estadio de Newell’s Old Boys. Le ganó a Túnez, México y cayó ante Japón. La segunda ronda se disputó en el mítico Luna Park, en Buenos Aires. El equipo se impuso a Corea del Sur, Canadá, Alemania del Este y China. Se obtuvo así el ansiado pasaje a la semifinal.

 

Unión Soviética, poseedor de los títulos de campeón mundial y olímpico, le puso frenó al derrotero ganador de Argentina, que el 15 de octubre se midió con Japón por el tercer puesto. En un estadio llenó, donde el público hizo sentir fuerte el repudio a la dictadura militar, el elenco de Sohn derrotaba a Japón en tres sets y se quedó con el bronce. 

Una de las páginas más gloriosas del deporte argentino quedaba consumada en medio de una gran celebración popular en el Luna Park.

La base de ese equipo le daría al vóleibol otro gran logro seis años más tarde en los Juegos de Olímpicos de Seúl, la tierra natal del gran artífice de esa generación. Fue nada menos que la obtención de la medalla de bronce tras derrotar a Brasil en un recordado partido.     

 

Sohn dejó Argentina en 1983. Volvió al país entre 1990 y 1994 para trabajar junto con el vóleibol nacional. Mantuvo una relación desgastante con la dirigencia. Vivió sus últimos años en Corea, trabajando con clubes y asesorando a empresas. Murió en 2011 tras librar una larga lucha contra un cáncer de pulmón. 

Su ejemplo de trabajo, método y superación sigue vigente en la memoria del vóleibol argentino, a 50 años de su llegada al país.        
 

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