De la ilusión a la decepción: el quiebre que cambió el rumbo de Independiente en 2025
El Rojo arrancó con expectativas altas, protagonismo y señales de recuperación, pero el segundo semestre se produjo un derrumbe deportivo e institucional. Los incidentes en la Sudamericana marcaron un antes y un después en una temporada que volvió a terminar en decepción.
Desde hace años, los hinchas de Independiente asisten a la reiteración de una misma secuencia. La ilusión inicial en el arranque de la temporada se diluye con el correr de los partidos y un sentimiento que conjuga frustración y desencanto se impone en el alma de la afición roja.
Así, jugadores, entrenadores y dirigentes terminan siendo blancos de furiosas reprobaciones que bajan desde los cuatro costados del estadio Libertadores de América–Ricardo Enrique Bochini cada vez que el elenco de Avellaneda se presenta como local.
En el primer semestre de 2025, ese ciclo desgastante parecía destinado a interrumpirse de la mano del equipo conducido por Julio Vaccari, que mostró un juego ofensivo y por momentos sólido, capaz de ilusionar a su gente.
Con incorporaciones como el colombiano Álvaro Ángulo, el chileno Felipe Loyola, Luciano Cabral y Kevin Lomónaco, Independiente construyó una racha de 23 partidos invicto como local, tuvo un rol protagónico en el Torneo Apertura de la Liga Profesional y ganó con autoridad su grupo en la primera fase de la Copa Sudamericana, clasificándose a los octavos de final.
En el plano local, el Rojo llegó a las semifinales del Apertura tras derrotar a Boca en la Bombonera por 1 a 0, con un gol de Ángulo.
Aunque la caída ante Huracán por penales en la siguiente instancia significó un golpe inesperado, quedó la sensación de que el equipo estaba para más y que en la segunda parte del año ratificaría las buenas sensaciones que había dejado en los primeros seis meses de 2025.
El 29 de junio, en San Luis, el conjunto de Vaccari venció a Gimnasia de Mendoza por 2 a 1 en un partido correspondiente a los 32avos de final de la Copa Argentina. La ilusión también se sostenía en ese certamen, históricamente esquivo para Independiente.
Un derrumbe inesperado
La idea del cuerpo técnico y de la Comisión Directiva encabezada por Néstor Grindetti era pelear en ambos frentes: el local y la Sudamericana. A excepción de Ángulo —cuya salida se produjo en medio de acusaciones cruzadas con los dirigentes—, el club logró retener a las principales figuras del primer semestre.
La sensación generalizada era que el equipo debía continuar por la misma senda y que algún logro llegaría casi por decantación. La realidad fue completamente opuesta.
En el arranque del Torneo Clausura, Independiente no logró ganar en las primeras siete fechas y, además, quedó eliminado de la Copa Argentina al perder 2 a 0 frente a Belgrano de Córdoba en los 16avos de final.
El golpe más duro llegó en la Copa Sudamericana, donde el Rojo fue eliminado en los escritorios de la Conmebol a raíz de los graves incidentes ocurridos en el Libertadores de América durante la revancha de los octavos de final ante Universidad de Chile. El fallo del Tribunal de Disciplina le dio la clasificación al equipo trasandino.
Detenidos, heridos, un estadio suspendido por varias fechas, eliminación copera y la prohibición de jugar con público en futuros partidos internacionales fueron el saldo de la funesta noche del 20 de agosto, una jornada en la que la violencia se impuso y expuso las falencias dirigenciales para controlar una situación que se desbordó rápidamente.
Más allá de ese grave episodio extrafutbolístico —que funcionó como quiebre definitivo del año—, en la segunda mitad de la temporada Independiente mostró un pobre rendimiento deportivo. Fue un equipo lento, previsible y sin cambio de ritmo, que en la séptima fecha del Clausura cayó ante Banfield por 1 a 0. Ese resultado marcó el final del ciclo de Vaccari.
Con Gustavo Quinteros al mando, el equipo tuvo presentaciones irregulares y recién logró encadenar cuatro victorias consecutivas en el tramo final del campeonato. No fue suficiente: Independiente quedó fuera de los playoffs y también sin clasificación a la Sudamericana. Otro año de frustración para un club que acumula 24 años sin títulos locales y nueve sin conquistas internacionales.
Sin grandes incorporaciones a la vista y con posibles salidas en el plantel, Quinteros afrontará en 2026 —en un año electoral en el club— el desafío de armar un equipo competitivo que logre romper el prolongado ciclo de decepciones. ¿Podrá hacerlo? Es el gran interrogante que sobrevuela el sentir del pueblo rojo.
